Michele y Jole, de 94 y 89 años, viven solos en la ciudad de Roma, Italia.
Ambos se han acostumbrados a vivir en soledad, después de residir en ese departamento por tantos años. Pero, el pasado 2 agosto, como cada noche, Michele se había sentado en el sofá a ver las noticias en la televisión cuando, sin previo aviso, rompió a llorar.
Su esposa, Jole, de 89 años, un tanto alarmada, intentó tranquilizarlo, pero nada que hiciera o dijera parecía funcionar, todo consuelo parecía ser inútil.
El llanto del anciano comenzó a subir de volumen a tal grado que los vecinos podían escucharlo. Alarmados, llamaron a la policía.
A los pocos minutos, 2 patrullas de policía llegaron al domicilio de Michele y Jole para descubrir que no había altercado alguno, lo único que necesitaban era compañía y un poco de cariño, porque eran “una pareja de abuelos que se aman y cuya soledad han guardado demasiado tiempo en sus corazones”.
Hablaron con ellos por unos minutos y notaron que, en su humilde cocina, sólo había “un mísero racimo con 3 únicas uvas”. Entonces tuvieron una gran idea, y los policías se transformaron en un chef y meseros preparando una deliciosa pasta para la pareja de ancianos.
De todos modos debían esperar a la ambulancia para que los paramédicos pudieran checar a la pareja y certificar su estado de salud.
Después de la cena familiar que tuvieron, y ya tranquilizados, los ancianos confesaron a la policía el motivo de su sufrimiento: hacía años que nadie se preocupaba por ellos y no recibían ni una sola visita.
Un sentimiento de soledad absoluta se había apoderado de ello y había desembocado en el llanto abierto que esa tarde escucharon los vecinos.
Con esta historia podemos ver que la policía no siempre acude a resolver o evitar crímenes, también puede acudir a sanar corazones solitarios de vez en cuando… y eso es realmente bueno.